(Jane ^_________^)
Ya llevaba 4 días en casa de Liam. Empecé a hacer la maleta
y llamé a la estación de tren para ver a que hora salía al día siguiente. Todo
lo hice bajo la atenta mirada de Liam desde la silla de su escritorio, parecía
bastante triste.
-No estés así.- dejé mi camiseta mal doblada y me acerqué
abrazándole por los hombros.- No estés triste.
-Sigo pensando que te podrías quedar hasta año nuevo.- se
cruzó de brazos.
-Liam.- suspiré y me senté sobre él quedándome a
horcajadas.- Yo tengo que volver.
-¿Tus abuelos no pueden dejarte?
-Mis abuelos me preguntaron si me quedaría aquí.
-¿Y por qué no lo haces?.- preguntó dejando caer su cabeza
en mi pecho.
-Liam, no me siento bien dejándoles allí.
-¿Podrías pensar en ti por una vez?.- agarró mis mejillas.-
no quiero que se sientan mal pero si que tu te sientas bien y se que te quieres
quedar conmigo.
-Pues claro que quiero, pero no…- me besó para que no
continuara la frase.- Intentaremos quedar cuando hagas los conciertos de enero
en Londres, ¿vale?
-No, no vale. Quédate en año nuevo Jane.- me miró a los ojos
con tristeza.
-No me lo pongas más difícil Liam, por favor.- pedí.
-Quédate.- me dio un beso en el escote.- quédate.- me besó
en el hombro.- quédate.- subió a besar mi cuello.
-Lo siento.- le besé.- no puedo.
Desistió y me ayudó a hacer la maleta. Se quedó en su cuarto
y bajé a la cocina para coger de la secadora la ropa que me había dejado allí.
Su madre preparaba la cena.
-Que buena pinta.
-Toma, pruébalo.- dijo Karen pasando la cuchara por la salsa
que había preparado.
-Esta riquísima.- dije relamiéndome.
-¿Vas a planchar tu ropa?, déjamela en el salón cariño.
-Oh, no.- dije agarrando la ropa más fuerte.- me marcho
mañana Karen.
-Será posible, ¿no te quedas aquí para año nuevo?
-No quiero molestar más y además le prometí a mi familia
volver.
-¿Quieres que llame a tus abuelos?
-No, si ellos creían que me quedaría aquí, pero es que… yo
no…
-Quédate con nosotros mujer. No creo que Liam esté muy feliz
si le has dicho que no te quedarás en año nuevo.
-No.- sonreí con tristeza.- la verdad es que no ha puesto
muy buena cara.
-Nosotros queremos que te quedes.- dejó lo que estaba
cocinando y me dio un beso en la mejilla.
-No lo sé.- ¿y si me quedaba?, ¿y si volvía el día 1 por la
noche?
-Venga, cariño, no hagas la maleta aun.- sonrió.- quédate
aquí.
-Sigo sin querer molestar.
-No digas esas cosas. Eres la novia de Liam, no molestas.
-Esto…- pensé rápido. Quería estar con Liam.- Solo me quedaré
si me deja ayudarle en todo.
-Solo si no me tratas de usted más.
-Ups, lo siento… Karen. ¿Me dejas quedarme en año nuevo?
-Será un placer.
Me fui de la cocina sonriente y dejé mi ropa en el salón,
para plancharla después con todo lo que también había por allí. Subí corriendo
y pasé a su cuarto, cerré la puerta, él seguía metiendo cosas en mi maleta, la
cogí y la tiré al suelo.
-Pero no te la cargues.- se agachó a recogerla y la puso
cerrada en su escritorio.
-Que se rompa, me da igual.- le agarré y le guié hasta los
pies de la cama, me senté y acerqué su cara a la mía.- Siempre ganas.
-¿De qué hablas?.- preguntó confundido.
-Pues…- me recosté y di un tirón a su mano para que me
acompañara.- que has vuelto a ganar.- se puso encima de mí dejándome espacio
entre sus piernas.- te quiero.- bajé su cabeza hasta la mía.- Y quiero que no
estés triste. Quiero quedarme aquí por año nuevo.- sonreí.
-¿En serio?
-Te lo juro, quiero quedarme contigo.-le besé.- Te quiero.-
repetí y volví a besarle.- mi sol.
Al rato me levanté y busqué la bolsa del centro comercial.
Con la ayuda de sus hermanas que lo habían distraído el día anterior diciéndole
que yo me iba de tiendas con su madre, había ido al centro comercial a por su
regalo. De los dos regalos tenía pensado darle ambos antes de irme, pero ya que
me quedaba allí le di el primero y me guardé el otro.
-Esto es tuyo.- le di el regalo.
-Pero navidad ya pasó.
-¿Y qué?, venga ábrelo.
-Ya… el día de tiendas.
Destrozó el papel y elevó sonriente la sudadera roja de los
Lakers.
-Eres predecible.
-Es uno de mis defectos.- dije.
El segundo se lo daría en año nuevo. Había encontrado un
puestecito en el centro comercial donde una mujer grababa en colgantes y había
muchas cosas distintas. Me enamoré, normal, de la figurita de un sol, aunque no
se parecía mucho al de mi colgante. Lo compré y pedí la inscripción. Miré ambas
caras del colgante, lo que pedí se leía por detrás. “I love thee., my sun” (Yo
te amo, mi sol)
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