-Vaya… - dijo cuando bajamos del coche.- interesante, me
dejas con la intriga para traerme a tu casa.- Me agarró la cintura mientras yo
cogía su hombro.
-Exacto. Se que no esta muy currado, pero lo que ves es lo
que hay.
-Lo que veo me encanta pequeño.- me sonrió.
Abrí la puerta y ella la cerró cuando ambos entramos. Se iba
para el salón.
-¡Eh, eh, eh!, frena bonita.- dije agarrándola.
-¿Qué pasa?
-Que no puedes ver el salón aun.
Lo había colocado todo a la perfección para cuando llegara
la cena. Había dos velas de color azul, un consejo de Amy, los platos, copas y
servilletas, los cubiertos y un mantel blanco y azul. Miré mi reloj. Las 9 de
la noche, ¿por qué no tocaban ya ese maldito timbre?, dijeron que estarían
aquí…- sonó el timbre.-… a las 9.
-¿Abro?
-Por supuesto que no. Te vas a ir a mi cuarto, vas a hacer
lo que te de la gana y vas a salir cuando te meta un par de gritos desde el
salón o en su defecto venga y te cargue a mis espaldas para que salgas
chillando como una niña loca.
-Eres malo rubio.- se fue corriendo a mi cuarto y el timbre
volvió a sonar.
Recogí las bolsas y cerré la puerta después de haber pagado.
Abrí todas las cosas en la mesa y lo coloqué cuidadosamente en los platos.
Comida china, la favorita de Victoria. La verdad es que olía bien. Terminé de
colocarlo todo y tiré los envoltorios a la basura. Me fui a mi cuarto y toqué
la puerta, abrí. Victoria estaba boja abajo jugando con el móvil y de vez en
cuando gritaba alguna chorrada porque no conseguía lograr el objetivo del
juego. Estaba muy mona.
Puse una rodilla en el filo de la cama y le quité el móvil.
-Pero bueno señorito, devuelveme mi móvil, iba ganando.
-Sí, vamos.- ironicé.- eres muy mala en eso del comecocos.
-No soy mala.- se quejó e intentó levantarse quedándose
sobre sus codos.
-¿Dónde crees que vas?.- la giré y la acorralé dejándole
bajo mis piernas al pasar la otra rodilla por arriba.
-¿No se suponía que no me dejabas entrar al salón porque
había algo preparado?.- me guiñó el ojo.
-Y es eso precisamente, y como veo que te quieres desahacer
rápidamente de mí, me levanto.- hice el amago y ella tiró de mis manos hasta
impulsarme hacia ella.
-¿Deshacerme de ti?.- dijo agarrando mis mofletes.- eres un
rubio tonto eh.
-Pues la española no se queda atrás.- vi como la mosqueaba
un poco. Bajé hasta su cara y empecé a besarle por el cuello, le di un pequeño
mordisco que hizo que diera un respingo. Cogió mi cara y me obligó a besarla,
algo a lo que accedí sin quejas. Cuando noté que las cosas estaban yendo a más
me acordé de la cena.
-¿Ahora si quieres cenar?.- dijo entendiéndome.
-¿Cuándo he dicho que he terminado con esto?.- la levanté de
la cama y salí dejándola atrás.
(Victoria ^___^)
-¿Deshacerme de ti?.- cogí sus mofletes.- eres un rubio
tonto eh.
-Pues la española no se queda atrás.- Niall bajó lentamente
hasta mi cuello y empezó a darme besos cortos, noté un leve mordisco y me hizo
pegar un bote. Necesitaba sus labios y los necesitaba ya. Terminó él el beso
que había empezado yo y se acordó de algo.
-¿Ahora si quieres cenar?.- le entendí a la perfección.
-¿Cuándo he dicho que he terminado con esto?.- me levantó
dejando mi corazón a cien por hora, se marchó de su cuarto y cuando reaccioné
salí tras él.
Me estaba esperando en el salón, entré y todo estaba
precioso. Un par de velitas azules alumbraban la mesa y todo tipo de platos
orientales estaban listos para comerlos.
-¿Te sientas o te siento?.- dijo mirándome ya sentado en su
sitio.
-Me siento.- me senté frente a él.- todo esto es genial
Niall.- sonreí.
-Se que es tu favorita, ¿qué creías que iba a preparar?
-Me hubiera bastado una hamburguesa de McDonals y una pelí
en casa. Pero esto es mejor al fin y al cabo… ¡NIALL!.- recordé.
-¿Qué pasa?
-Tu regalo.
-¿Te estas acordando ahora de eso?, anda déjalo. Total no
voy a dejar que me lo des hasta que no te de yo el mío.
-Tu… ¿me has comprado un regalo?
-No, te he comprado un chalet en Marbella.- se rió de mí.-
pues claro que te he comprado un regalo.
Cenamos tranquilamente, aunque yo no me podía sacar de la
cabeza el que se hubiera acordado del día que era, que me hubiera regalado
algo, normalmente los chicos no se acuerdan de esas cosas. Niall… se ha
acordado.
Cuando se levantó, me ofrecí yo a recoger las cosas y él
tuvo que aceptar a regañadientes.
-Tú has puesto la casa, la mesa y la cena.- y mi corazón a
mil.- que menos que me dejes recoger.
-Está bien.- me sonrió dulcemente.- ¿puedo irme entondes a
mi cuarto?
-Claaaro.- me fui a dejar todos los platos a la cocina.
Casi se me cayeron por el camino. Me estaba poniendo
nerviosa y no tenía ni idea del porque. Lo dejé todo apiñado en el fregadero.
Me enjuagué las manos con agua y luego me las pasé por la cara. Suspiré y
respiré relajándome totalmente.
-¿Piensas venir hoy o mañana?, luego te quejaras si no
quiero darte el regalo.
-Pues ahora no voy.- metí un grito tiando algunas cosas a la
basura.- ¡Aaah!.- lo vi parado en la puerta.
-Tu eliges esta noche señorita, si no vienes tu te voy a
pillar igualmente.
-Intentalo.- le reté escapándome al salón.
-Veras… - me miró malicioso.
Eché a correr por el salón y él se puso al otro lado del
sofá cuando yo me quedé detrás, se subió de rodillas y apoyó la barbilla en el
borde. Owww. Era imposible resistirse a esos ojos tan azules. Me acerqué poco a
poco y cuando ya estaba casi al lado dio un salto pasando hasta mi lado del
sofá.
-Es fácil pillarte.- me cogió la cintura y me atrajo a su
boca.
(Niall ^___^)
-¿Fácil?.- se apartó un poco de mi, con lo cual la volví a
agarrar para cargarla en mi hombro.
-Oye, no sabía que los duendes tuvieran buenos reflejos.
¡Bájame ahora mismo!.- la llevé a mi cuarto y por el camino ella metió la mano
bajo mi camiseta, sus manos estaban haladas. Me quejé.- eso por no bajarme.
La dejé lentamente en el suelo sin que ninguno de los dos
pudiéramos apartar la vista de los ojos del otro. Tiro de mi jersey con
suavidad y nos gió hacia atrás, cuando se topó con los pies de la cama se cayó
hacia atrás llevándome a mí con ella. Nos empezamos a reir, ella parecía estar
algo abrumada o más bien nerviosa a secas. Volvimos a quedarnos en silencio tan
solo mirando nuestros ojos, noté como a los pocos minutos mi mente se estaba
perdiendo a través de ese color miel. Victoria se adaptó un poco en la cama y
tiró de mi jersey hacia arriba quitándomelo, tragué saliva y la miré fijamente.
No hacía nada, solo estaba quieta mirando mi pecho. Me estaba empezando a
parecer raro. Se sujetó con una mano en la la cama y elevó la otra hasta llegar
a mi cuello. Fue bajando poco a poco haciendo una especie de recorrido por mis
lunares y se paró al encontrar lo que quería. Dejó la mano quieta en mi pecho y
sonrió mirándome.
-¿Tu sonido favorito?
-Y ahora mismo, mi momento favorito.- Agarró mi cuello para
atraerme hacia ella.
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