(Louis ^_____^)
Toqué a la puerta, ahora tenía que ir a por ella después de
todo. Nadie sabía a que hora veníamos, simplemente le avise para que preparara
sus cosas, se quedaría ese fin de semana en mi casa. Volví a tocar el timbre.
-Louis.- dijo su padre secamente.- pasa hombre, no te quedes
ahí en la puerta.
-Hola señor Thompson.- dije pasando a la casa.
-Vamos Louis, después de nuestra charla te has ganado
llamarme Bill.
-De acuerdo, señor Bill.- él rió relajándose y me cogió de
los hombros.
-En realidad no soy tan serio como para que me llames señor.
-Esta bien, Bill... ¿y Amelia?
-¿Mi pequeña Liberty?.- preguntó llevándonos al salón.
-Sí, Amelia.- dije sonriendo.
-Pues en su cuarto, preparándose la mochila. Dice que os
quedareis a dormir en... ¡Liberty!, ¿dónde os quedáis a dormir?.- ¿es qué esta
chiquilla nunca les contaba la verdad a sus padres?.
Amelia bajó en chándal.
-Pues al aire libre.- dijo, se me acercó y me levanté. Eran
tantos días. Me acerqué lentamente a ella.- Louis.- dijo flojito y se lanzó a
mis brazos.- ¡Louis, Louis, Louis!.- dijo mientras me agarraba fuerte.
-Amelia.- dije cogiéndole en el aire.
-Chicos, sigo aquí.- dijo su padre.
-Lo sé, me he dado cuenta.- dijo Amelia.- a ti también te
quiero, papá.- se acercó y comenzó a tratarle como a un crío pequeño.- ¡Ay mi
papá!, ¡ay que está celoso!, ¡ay!
-Sí, claro, Liberty, así arreglas las cosas.
-Louis.- salió Mick de la nada.- ¿te apuntas a un partido de
la play?.- miré a Amelia y ella asintió.
-¡Yujuuu!.- solté sin pensar.- te echo una carrera.- le dije
a Mick corriendo por las escaleras, Mick también empezó a correr.
-¡Mick, para de... - dijo Juliet saliendo de la cocina.-...
de correr.- me vio.
-Lo siento Juliet.- comencé.
-No pasa nada Louis.- me sonrió y se fue a la cocina.
Estábamos ya en mi casa, Amelia se había cambiado y puesto
unos vaqueros, Lara y Harry habían venido a coger un par de cosas.
-Bueno, ¿estaremos aquí todo el rato?.- dijo.
-¿Cuanto llevamos sin vernos?.- pregunté agarrándole.
-Hmm, no sé, ¿unos 15 días?.- dijo agarrando mi cuello y
haciéndome inclinar.
-No, dos semanas.- dije para que se quejara alejando un poco
mi cara.
-Pues lo que he dicho.- hizo un poco de fuerza para acercar
mi cara, sonrió y me besó.- tanto tiempo.- y me volvió a besar con fiereza.
-Amelia.- dije riendo. Se sonrojó.
-Lo siento.- sonrió y me soltó.- ¿saldremos a algún lado?
-Sí, al sofá, estoy reventado.- asintió y se fue corriendo a
subirse al sofá. Dio un par de palmaditas subiendo sus piernas y cogiendo la
manta que había en el respaldo del sofá. Fui a la tele y puse una película al
azar, creo que de miedo. Fui al sofá y me senté con ella que se tiró a por mí y
nos hizo recostarnos.
-¿El fuego de la venganza?.- preguntó Amelia.
-No sé, supongo, creí haber puesto una de miedo.
-Casi eh, casi.- rió, pero era distinto, parecía nerviosa.
La película iba un poco más que por la mitad. Cuando matan a
la niña. Noté como Amelia rompió a llorar soltando grititos histéricos. Le cogí
de los hombros y le zarandeé un poco, no reaccionaba.
-Amelia, ¡Amelia!.- dije incorporándole.
-No, no.- dijo. Lloró de nuevo y soltó algo por lo bajo.
Miraba a la pantalla, apagué la televisión con el mando.
-Amelia reacciona.- le dije. Poco a poco paró de llorar
cogiendo aire.
Salió a la terraza y le acompañé. La noche era fresca, eso
le ayudó a recomponerse.
-Amelia, cariño, ¿estás mejor?.- le abracé y asintió. Nos
llevó dentro.
-Sí, vamos a sentarnos.- dijo sentándose.
(Amy ^_____^)
-¿Te suena de algo el caso de Mario Henderson?.- pregunté
todavía con lágrimas en los ojos.
-Sí, fue asesinado aquí en Londres, hace 8 años. Casi matan
también a una niña.
-Pues esa soy yo.- solté con la mayor rapidez que pude.
Louis comenzó a llorar en silencio con la cara desencajada,
le consolé como pude y empezó a tranquilizarse.
-Cuéntame porque casi te pierdo Amelia.
-Cuando era pequeña e iba al colegio, los niños de clase a
veces se metían conmigo por mi altura.- hundí mi cara en se pecho.
-¿Dónde estaba Jane?.- dijo tomando aire.
-Estaba enferma.- dije apoyándome en su hombro. Me incorporé
y comencé a hablar.- Esas semanas se estaban pasando de la ralla, así que huía
de ellos, me escondía.
>>- Mi escondite más eficaz era en la parte trasera
del patio, había una vieja planta trepadora que había crecido por las rejas,
parte de sus ramas habían crecido cayendo y formando una cascada. Al otro lado
sólo estaba el tronco, bastante gordo para ser una planta trepadora. Las ramas
eran tan largas que llegaban al suelo, aunque desde la calle se podía ver quien
había.
Estaba apunto de comenzar el recreo y la profesora me dejó
salir antes para ir al aseo. Aproveché que no había nadie en el recreo para ir
con tranquilidad. Me metí en mi escondite, pero había algo que no me encajaba,
había alguien más. Me asomé y vi a un chico de unos 20 años. Guapo, si eso, era
guapo. Me asombró y en vez de ir a decírselo a los profesores me metí en aquel
escondite.
-¿Qué haces aquí?.- pregunté al chico.
-Hola niña, eres muy valiente.- dijo acercándose y
sonriendo, me encandiló.
-¿Cómo te llamas?.- pregunté tragando saliva.
-Mario, Mario Henderson.- me tendió la mano.- ¿y tu,
preciosidad?
-Amelia Liberty.- dije cogiendo su mano.
-Amelia...- pensó mientras nos dábamos la mano.- que
bonito.- volvió a sonreír.
-¿Qué haces aquí?, esto es un colegio para niños.
-Amelia, ¿sabes jugar al escondite?.- preguntó.- supongo que
sí, porque estás aquí.
-Estoy aquí porque se meten conmigo.- dije confiando en él.-
¿y tu?
-Eso se lo tienes que decir a un profesor.- dijo
regañándome.
-No me cambies de tema, Mario.- dije enfadada.
-Amelia eres muy directa.- sonrió.- pues lo niños mayores.-
se señaló.- también juegan al escondite pequeña.
-No me digas pequeña.- dije enfurruñada.
-Lo siento Amelia.
Nos tiramos todo el recreo hablando, compartimos mi
bocadillo y una chocolatina que él tenía. Cuando tocó el timbre no tenía ganas
de irme a clase pero Mario me obligó.
Pasé las clases pensando en él y en cuando volvería a verle,
estaba deseando que terminaran las clases, pero no para huir, si no para llegar
a casa y que el día se pasara rápido y que así llegara el recreo del día siguiente.
A la salida fui de las primeras en salir y nada más llegar a
la puerta se me iluminó la cara, él estaba allí.
-¡Mario!.- dije feliz abrazándole.
-Hola Amelia, he decidido que hoy no se meterán contigo.-
dijo echando a andar.
-Gracias.- dije cogiendo su mano.
-Pero bueno, ¿tu madre no te ha dicho que no te acerques a
extraños?.- dijo apretando un poco mi mano y sonriendo.
-No todo los extraños son malos Mario.- le vi ponerse
tenso.- ¿por qué juegas al escondite?
-Dime donde vives y a lo mejor podemos coger un atajo.- se
paró y aunque me sonreía le notaba nervioso. Miró a sus lados con rapidez,
barrió con la vista todo nuestro alrededor.
-¿Quién se la amoca?.- pregunté.
-De momento nadie.- dijo más tranquilo. Se giró a mí y me
tocó el pelo, pero su mano se desvaneció enseguida.
Yo le miré y vi sus ojos sin vida. Algo rojo salía de una
pequeña obertura en medio de su frente. Cayó como un muñeco de trapo
zarandeado. Me quedé mirando asombrada, no sabía lo que había pasado. Un hombre
de la misma estatura que Mario con una pistola apuntaba a dónde antes estaba su
cabeza. Sonreía, pero se le esfumó al darse cuenta de que yo estaba allí. La
gente a nuestro alrededor revoloteaba. Pero el desconocido y yo nos mirábamos a
los ojos. Pareció debatirse un momento y con la misma pistola con la que había
puesto fin a la vida de Mario me apuntó entre ceja y ceja.
Noté el tacto caliente, demasiado caliente, un escalofrío
recorrió mi cuerpo haciendo que cerrara los ojos un momento. El desconocido
murmuró algo. Yo abrí los ojos y cuando iba a disparar algo hizo que él cayera
al suelo comenzando a formar un charco de aquel líquido espeso tan grande como
el de Mario. Me giré buscando el cuerpo de Mario, que yacía a mi lado, me
arrodillé y noté como me manchaba de aquel estúpido líquido necesario para la
vida. Quería abrazarle, pero un policía me cogió y levantó en brazos.
-Mario.- dije llorando.- ¡Mario!.- chillé.
El policía me dejó en el suelo y salí corriendo con el de
nuevo. Me resbalé con su sangre y caí encima de él todavía llorando. Lo mismo,
otro policía me levantó, me cogió en brazos y me llevó a una ambulancia.
>>
-Louis.- llamé buscando su cara. Conforme le había contado
lo que ocurrió me había ido recostando en el sofá y él también apoyado en mí.
Le rodeaba con los brazos. Casi cuando acabé noté la mano de Louis agarrando
fuerte mi chaqueta en mi costado.
-Amelia, ¿por qué no me lo habías contado antes?.- noté su
voz ronca.
-Lo siento.- me disculpé elevándole la cara. Vi sus ojos
enrojecidos y como sorbió.
-Amelia, me estoy dando cuenta de que apenas sé de ti.
-No, ya te diste cuenta.- me sonrojé.- en la laguna.-
conseguí sacarle una sonrisa. Agarró mi colgante y se entretuvo jugando con el.
(Louis ^_______^)
Pasó bastante rato.
-¿Qué te ha dicho Lara?.- cuando vino con Harry le dijo algo
que a Amelia pareció extrañarle pero aceptó.
-Pues que la próxima semana, también me quedaré en su casa a
dormir.- ¿qué?, ¿por qué siempre espera a última hora para decírmelo?.
Torcí el gesto.
-¿Es qué ha habido una anterior?.- dije y tardó en
responder.
-Sí, pero no te lo he dicho porque te enfadarías.- dijo,
normal.
-Hmm.- joder, ahora me comeré la cabeza. Encima de que le
veo poco, me sale con estas.
-¿No crees que pasarás demasiado tiempo en casa de John?.-
pregunté intentando sonar lo más tranquilo posible. Pareció suspirar.
-También es la casa de Lara.- dijo pasando del tema.
-Lo sé, pero... ¿no podríais hacer el trabajo en tu casa?,
con esa cama tan grande que tienes cabéis a la perfección.- no podía evitarlo, llevaba
un buen rato comiéndome la cabeza y todo derivó en la foto de John abrazándole
en su coche con su sudadera.
-¿Con mis padres y Mick montando jaleo?
-No, mejor con John.- se me escapó y vi que le afectó. No lo
podía evitar, si ese tal John le tocaba...
-Louis por favor, no empieces, ¡no empieces!.- sonó muy
dura.
-Sí empiezo, no te he visto desde entonces.- quise sonreír
cuando recordé su cara al darse la vuelta. Estaba enfadada pero al verme sonrió
como nunca.-Y me entero de que tu estás en casa de John. Y que, por si fuera
poco, la semana que viene también.- por dios Amelia, ¿cómo eres así?.
-Voy a hacer un trabajo, joder Louis, no voy para ver a
John, él apenas estará.- eso de que viaja mucho, si, claro, pero estás en su
casa.
-Pero no puedes negarme que te gusta.- me da igual lo que
diga, tengo razón. Tengo derecho a estar enfadado. Acabo de llegar de una gira,
sólo tenía ganas de pasar un fin de semana, un puñetero fin de semana con
Amelia.
-¿Sabes qué?.- se le notaba cabreada.- que tienes razón.-
dijo levantándose. ¿Qué?, ¿tengo razón?... claro que la tengo. Pero me enfada
que me lo diga así.
-Voy a acabar con esto.- no, no me salía Amelia, quería
decirle Amy, pero tampoco.