VARIOS AÑOS DESPUÉS
(Edward ^______^)
-Joder niña, ¡cállate ya!
-Oye idiota, que a mí tampoco me hace
gracia acompañarte a comprar, solo me han mandado.- dijo cortante.
-Pues si es eso, sólo anda. No tengo
ganas de oírte.
-Muy bien.- adelantó el paso,
llevándose con ella el paraguas. Note como empezaba a mojarme a un
ritmo acelerado.
Londres. Noviembre. Lluvia. Como
siempre. Ya llevábamos más de media hora así y cuando mi madre me
había dicho que tenía que ir a comprar me había ofrecido yo, total, era una escusa para coger el coche que acababa de arreglar con mi
padre. Aunque la idea de compartir ese rato con Margarett ya no me
hacía tanta gracia.
Ella estaba ya cerca de la puerta, me
puse la capucha y justo en ese momento un coche que salía de los
aparcamientos más cercanos pasó por un enorme charco, haciendo que
Margarett se mojara hasta los calcetines.
Mi primera reacción tenía que haber
sido reírme de ella pero me acerqué rápidamente y le metí un par
de gritos al conductor, que por otra parte era un idiota de unos 26
años que creo que no iba muy sobrio.
-Mira por donde vas, ¡capullo!.- di un
golpe en el capó.
Me soltó un par de berridos y se
marchó de allí. Margarett estaba bajo el techo del centro
comercial. Me quité la chaqueta y se la cedí mientras ella
murmuraba un casi insonoro, gracias.
(Maggie ^________^)
Desperté por la mañana muerta de
sueño, me había quedado repasando unos esquemas y como no me diera
prisa, Edward se iría a clase sin mí. Ya tenía su coche, era su
último curso y todas las mañanas iba con él… y no lo soportaba,
es como una de estas amistades que solo tienes porque tus padres son
inseparables.
Me vestí y cogí la chaqueta que me
había dejado la tarde anterior para devolvérsela.
-Buenos días, Maggie.
-Hola papá.- me serví un café en mi
taza amarilla favorita.
-¿Te has lavado la cara?.- preguntó
mi madre mientras sacaba la mermelada para las tostadas.
-No, afora foy.- contesté como pude
masticando una mini magdalena de chocolate.
Terminé de arreglarme y cuando salí
Edward ya estaba subiéndose al coche. Fui a su jardín y en cuanto
tía Amy me vio salió fuera con su bata verde de estar por casa.
-¡Cariño!.- dijo agarrándome la
cara.
-Hola tía Amy.- sonreí.
-Buena suerte cielo.- me guiñó un
ojo.- creo que esta mañana está de buen humor.
-Será el primer día.- ironicé.
Escuché el sonido del claxon y
suspiré.
-Me tengo que ir.
-Pasad un buen día.
(Edward ^_______^)
Estaba hablando con Martin en la hora de
ciencias aplicadas. La clase estaba un tanto intranquila ya que
esperaba el simulacro de incendio. En mitad de la explicación, justo
cuando todo volvía a tranquilizarse tocó la sirena del simulacro.
Los chicos de la primera fila comenzaron a levantarse para salir, y
ya el resto se agolpó, excepto Tomy y yo que nos quedamos de los
últimos mirando por la ventana. La clase de Maggie estaba en el
patio haciendo la prueba de resistencia.
Conforme llegábamos a la puerta la
gente se amontonaba para salir a pesar de las indicaciones de los
profesores. Cogí los cascos y los conecté al móvil poniendo música
para aislarme. Cuando ya salimos puede ver a alguien sentado en las
gradas, pero no le vi la cara. Conforme avanzábamos hacia la salida
del patio vi quien era, Maggie andaba lentamente hacia la salida con
ambas manos en la cintura parando cada pocos pasos.
Justo cuando metió una de sus manos en
uno de sus bolsillos se desvaneció cayendo al suelo de golpe, en un
momento. Salí de la montonera de estudiantes para ir a ver que le
pasaba. Estaba en el suelo y le costaba respirar, al ver mi cara su
gesto se relajó pero seguía respirando con demasiada dificultad.
Sin esperar más busqué su ventolín en sus bolsillos, se lo
acerqué, ella lo cogió como pudo y lo pulsó varias veces
consiguiendo respirar mejor, pero seguía estando un poco pálida. Le
ayudé a levantarse y me la llevé conmigo a dónde estaban los
profesores.
-Maggie... Tommo.-dijo una compañera
preocupada.- ¿qué pasa?
-Le ha dado un pequeño ataque de
asma.-dije ayudando a Maggie a sentarse.
-Edward, ayudale a venir, llamaremos a
sus padres para que vengan a por ella.-dijo la profesora de biología.
-Mis padres, están trabajando, -dijo
Maggie con poca voz.- Ed me puede llevar a casa.
-Señorita Styles, -dijo el director.-
no es una situación normal, pero debido a la amistad entre su
padres...
-Sí, lo de siempre.-interrumpí
llevando a Maggie a mi coche.
-Gracias por traerme.-dijo Maggie
mientras yo abría la puerta de su casa con sus llaves.
-No es nada, además sé de sobra que
tu madre también es asmática.
-Gracias.-repitió, le ayudé a
acostarse en el sofá del salón.
-No es culpa tuya tener asma.-dije
intentando ser simpático.
Fui a la cocina a por un poco de agua,
no es que se fuera a poner mejor bebiendo agua, es que se le secaba
la garganta mucho con el uso de su ventolín. Cuando volví me quedé
a su lado, puse la tele y le cedí el mando mientras yo me acerqué a
la estantería y elegí uno de los libros de Lara.
La puerta de la casa se abrió. Las
gemelas entraron discutiendo sobre... mí.
-No, a Edward le gusta más el rojo.
-No, le gusta más es lila.
-¡A tía Amy le gusta más el lila!
-El morado, a tía Amy le encanta el
morado.
A la vez entraron en el salón y se
callaron de golpe. Se sonrojaron y Adele fue la primera en reaccionar
-¡Edward!.-dijo contenta acercándose
a mi.- siempre es una alegría verte.
-¡Yo también me alegro!.-dijo Anne
alcanzándola.
-Chst.-les hice un gesto
espabilándome.- Maggie está descansando.
Empecé a explicarles a las gemelas lo
sucedido esa mañana en clase, ambas se preocupaban más por alabarme
que por saber como estaba su hermana. Fui lo más simpático que pude
aunque cada vez que les contestaba a alguna pregunta no podía dejar
de mirar de reojo a Maggie. Por un momento despertó, le costó pero
abrió los ojos, no se si fue por culpa de lo atontada que estaba en
ese momento o porque le hacia gracia que sus hermanas estuvieran
molestándome, pero por un par de segundo, como pudo, esbozó una
sonrisa que yo no pude evitar devolverle.
UN PAR DE SEMANAS DESPUÉS
(Maggie ^______^)
Odio las matemáticas. De verdad, ¿por
qué existen?.
Llevaba un rato bastante largo
peleándome con los ejercicios y lo quisiera o no necesitaba una de
esas calculadoras que eran científicas para solucionar las
operaciones. Sabía que no tenía ninguna por casa, pues los
ejercicios eran de un tema nuevo y en los anteriores no la
necesitaba.
Busqué mi móvil y llame a mi madre,
se habían ido de viaje con los tíos Louis y Amy a España.
-Hola guapa.- contesto mi padre con un
raro acento español.
-¿Papá?
-Dime cariño.- contesto mi madre, ya
en inglés.
-Mamá, a ver, estoy haciendo los
deberes de mates, pero es que no tengo ni calculadora científica y necesito una, ¿puedo usar algo de dinero del que nos
dejasteis?
-Supon...
-¡ED TIENE UNA!.- Escuché el chillido
de tía Amy cortando a mamá.
Por un momento ambas se pusieron a
cuchichear y al rato mi madre respondió.
-Dice Amy que Edward tiene una, muy
buena, que usa para clase. No le costará dejártela y además está
en casa.
-¿En necesario?.- dije entre dientes.
-¿Qué?
-Nada, que voy.- me resigne.
-Anne, voy un momento a pedirle una
cosa a Edward.- ambas apartaron la vista del televisor y me miraron
con los ojos como platos.
-¿A qué vas?.- dijo Adele.
-A por una calculadora.
-¿Quieres que vaya yo?.- siguió
preguntando.
-No, voy yo, Margarett, me acerco en un
momento.
-Pero me lo he pedido antes.
-A mi me hace más caso.
-Tu ni te sabes su color favorito.
Suspiré.
-¡Callad ya!, voy yo. Quedaos aquí
que vengo en 5 minutos. Deberíais dejar de ser tan pesadas, eh.
Cerré de un portazo y llegué a la
puerta de Edward.
Cogí aire para tranquilizarme antes de tocar
al timbre, tiré de las mangas de mi sudadera para bajarlas y
cubrirme las manos. Toqué al timbre un par de veces, esperé unos
segundos y un Edward algo enfadado me abrió la puerta.
-No toques tanto al timbre, Lottie está durmiendo.-dijo dejándome pasar.
-Lo siento,-contesté.- pero es que necesito una calculadora científica y en mi casa no hay.
-Voy a por ella, -dijo yéndose.- coge lo que quieras, estás en tu casa.
-No, gracias, ya he cenado.
Pasé al salón, por lo visto Ed estaba viendo una película antigua. Di un par de vueltas y terminé al final de las escaleras esperando a que terminara de bajarlas Edward, en los últimos escalones tropezó con lo que parecía un libro. Intenté ayudarle para que no se cayera, pero aún así, ambos caímos al suelo sin remedio.
-Gracias.-dijo Ed demasiado cerca de mi cara.
-N-no ha sido nada.-dije nerviosa, ningún chico había estado tan cerca.
Me ayudó a levantarme y fuimos a la cocina, decidí hablar para romper la tensión.
-Gracias por la calculadora, te la devolveré enseguida.
-No, creo que tu la necesitarás más que yo.-dijo con ironía
-¿Me estás llamando tonta?-respondí directa.
-¿Te has dado cuenta?-respondió.
-¿Por qué me contestas con una pregunta?
-¿Por qué lo haces tu?
-Toma tu estúpida calculadora, capullo.
-Eh, sin insultar.
-Pero si tu hace un momento...
-Pero no lo he dicho.
-Capullo.-contesté.
-Te he dicho que sin insultar.-me pegó a la pared.
-¿Y que vas a hacerme?
-¡Lo que yo quiera!.-casi gritó.
-Adelante, campeón.
Soltó un bufido de exasperación y empujándome de nuevo contra la pared me besó con fiereza, buscando más de mí. De repente, me sentía abrumada, mis piernas temblaban y mi corazón latía con demasiada fuerza, respondí como pude al beso, convirtiéndolo en una batalla entre nuestras bocas. Nuestras lenguas batallaban por el control de la situación y poco a poco fui perdiendo, hasta el punto de quedar casi bajo su control. De repente el sonido del timbre rompió el trance haciéndome dar un sobre salto.
Edward, enfadado fue a abrir la puerta, eran las gemelas.
-¿Qué queréis vosotras, otra calculadora? pues no tengo más.-dijo cogiéndome del brazo y llevándome a la puerta.- ya os podéis iros todas juntas.
Nos echó a las tres sin remordimientos.
-Vaya, ¿que le pasa a Ed?-preguntó Anne.
-Sí, está de muy mal humor.-secundó Adele.
-Es que Lottie estaba durmiendo.-mentí tan rápido como pude.
-Y nosotras hemos ido a molestarles.-dijo Adele.
-Eso lo habrás hecho tú, yo iba a pedir una calculadora.-dijo Anne.
-No toques tanto al timbre, Lottie está durmiendo.-dijo dejándome pasar.
-Lo siento,-contesté.- pero es que necesito una calculadora científica y en mi casa no hay.
-Voy a por ella, -dijo yéndose.- coge lo que quieras, estás en tu casa.
-No, gracias, ya he cenado.
Pasé al salón, por lo visto Ed estaba viendo una película antigua. Di un par de vueltas y terminé al final de las escaleras esperando a que terminara de bajarlas Edward, en los últimos escalones tropezó con lo que parecía un libro. Intenté ayudarle para que no se cayera, pero aún así, ambos caímos al suelo sin remedio.
-Gracias.-dijo Ed demasiado cerca de mi cara.
-N-no ha sido nada.-dije nerviosa, ningún chico había estado tan cerca.
Me ayudó a levantarme y fuimos a la cocina, decidí hablar para romper la tensión.
-Gracias por la calculadora, te la devolveré enseguida.
-No, creo que tu la necesitarás más que yo.-dijo con ironía
-¿Me estás llamando tonta?-respondí directa.
-¿Te has dado cuenta?-respondió.
-¿Por qué me contestas con una pregunta?
-¿Por qué lo haces tu?
-Toma tu estúpida calculadora, capullo.
-Eh, sin insultar.
-Pero si tu hace un momento...
-Pero no lo he dicho.
-Capullo.-contesté.
-Te he dicho que sin insultar.-me pegó a la pared.
-¿Y que vas a hacerme?
-¡Lo que yo quiera!.-casi gritó.
-Adelante, campeón.
Soltó un bufido de exasperación y empujándome de nuevo contra la pared me besó con fiereza, buscando más de mí. De repente, me sentía abrumada, mis piernas temblaban y mi corazón latía con demasiada fuerza, respondí como pude al beso, convirtiéndolo en una batalla entre nuestras bocas. Nuestras lenguas batallaban por el control de la situación y poco a poco fui perdiendo, hasta el punto de quedar casi bajo su control. De repente el sonido del timbre rompió el trance haciéndome dar un sobre salto.
Edward, enfadado fue a abrir la puerta, eran las gemelas.
-¿Qué queréis vosotras, otra calculadora? pues no tengo más.-dijo cogiéndome del brazo y llevándome a la puerta.- ya os podéis iros todas juntas.
Nos echó a las tres sin remordimientos.
-Vaya, ¿que le pasa a Ed?-preguntó Anne.
-Sí, está de muy mal humor.-secundó Adele.
-Es que Lottie estaba durmiendo.-mentí tan rápido como pude.
-Y nosotras hemos ido a molestarles.-dijo Adele.
-Eso lo habrás hecho tú, yo iba a pedir una calculadora.-dijo Anne.
¿Calculadora?
(Louis^_____^)
Con el portátil en las manos me acerqué a los demás. Había encontrado una carpeta de vídeos de los pequeños de hacía bastante tiempo y lo compartiría con ellos.
-¡Eh, chicos! Mirad.-dije dejando el portátil en la mesa.- son vídeos de cuando Ed y Maggie eran pequeños.
-Ponlo.-animó Lara.
En el vídeo salían una pequeñísima Maggie llorando y un pequeño Ed que la cuidaba con cariño.
-Vaya, este vídeo ni sabía que existía.
-Lo debiste hacer sin querer, cariño.-dijo Amelia pasando su brazo por mi hombro.
-Menos mal que ahora se llevan mal.-dijo Harry.
-¿Por qué?- preguntó Lara.
-Porque de esta manera no tengo que vigilar a mi propio ahijado.
-Madre mía, Harold, ¿he de recordarte como eres?
-A mi hija no se le toca un pelo.-Amelia y yo reíamos por lo bajo presenciando la pequeña discusión.
-Piensa, Harry, ¿quién mejor que el hijo de tu mejor amigo que se ha criado junto a tu hija?
-Pues... nadie... -dijo dubitativo.- pero, ¿y si le hace daño? Será peor para todos.
-Tranquilo, de momento parecen repelerse. Nos guste o no.-dijo Amelia.
Con el portátil en las manos me acerqué a los demás. Había encontrado una carpeta de vídeos de los pequeños de hacía bastante tiempo y lo compartiría con ellos.
-¡Eh, chicos! Mirad.-dije dejando el portátil en la mesa.- son vídeos de cuando Ed y Maggie eran pequeños.
-Ponlo.-animó Lara.
En el vídeo salían una pequeñísima Maggie llorando y un pequeño Ed que la cuidaba con cariño.
-Vaya, este vídeo ni sabía que existía.
-Lo debiste hacer sin querer, cariño.-dijo Amelia pasando su brazo por mi hombro.
-Menos mal que ahora se llevan mal.-dijo Harry.
-¿Por qué?- preguntó Lara.
-Porque de esta manera no tengo que vigilar a mi propio ahijado.
-Madre mía, Harold, ¿he de recordarte como eres?
-A mi hija no se le toca un pelo.-Amelia y yo reíamos por lo bajo presenciando la pequeña discusión.
-Piensa, Harry, ¿quién mejor que el hijo de tu mejor amigo que se ha criado junto a tu hija?
-Pues... nadie... -dijo dubitativo.- pero, ¿y si le hace daño? Será peor para todos.
-Tranquilo, de momento parecen repelerse. Nos guste o no.-dijo Amelia.
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